(EL MUNDO)
Que el sol sale por el este es una perogrullada pero, también, toda una metáfora para los fabricantes de automóviles. Si en Europa y Estados Unidos la mayoría de las marcas afrontan dificultades para mantener la demanda al alza tras el fin de las ayudas a la compra de coches, China y su avasallador ritmo de consumo brillan con luz propia.La última prueba de este contraste la ofreció ayer PSA, fabricante de las marcas Peugeot y Citröen. En un contexto de crisis financiera mundial, con reformas económicas de gran calado y un alto nivel de desempleo, el grupo francés puso ayer una nota de optimismo al elevar su previsión de beneficios para todo 2010 gracias, sobre todo, al mercado chino. La noticia supone que las ganancias serán superiores a los 1.500 millones de euros previstos, un cambio radical respecto a las pérdidas de 1.100 millones de euros registradas en 2009 y provocadas, en gran parte, por la explosión de la crisis financiera en 2008. PSA indicó que espera que las ventas de automóviles en China, que el año pasado superaron por primera vez en la Historia a las de Estados Unidos, crezcan este año un 20%. La compañía añadió que su previsión sobre el descenso de matriculaciones en Europa será también menor de lo esperado.
Los efectos son similares sobre Audi, que no atraviesa precisamente dificultades pero ve crecer de forma extraordinaria su negocio en China. La marca perteneciente a Volkswagen lleva 22 años en el gigantesco mercado asiático y esta semana celebró la entrega de su vehículo un millón. Nada del otro mundo a no ser que se tenga en cuenta que 200.000 de esos vehículos los venderá este año y que, para repetir la gesta no esperará a 2030 sino que preve cumplirla en solo tres años.
